UN ÓRGANO EN CONSTANTE CRECIMIENTO
El cerebro humano es el centro del sistema nervioso. Ees un órgano muy complejo y realiza complejas e importantes funciones. Protegido por el cráneo, tiene la misma estructura general que los cerebros de otros mamíferos, pero es más de tres veces mayor que el cerebro de otros mamíferos, con un tamaño corporal equivalente. El cerebro humano realiza una gran cantidad de funciones, de manera general se puede afirmar que se encarga tanto de regular y mantener las funciones del cuerpo como de ser el órgano donde reside la mente y la conciencia del individuo. Aunque está protegido por los espesos huesos del cráneo, suspendido en líquido cefalorraquídeo, y aislado de la sangre por la barrera hematoencefálica, la delicada naturaleza del cerebro humano lo hace susceptible a muchos tipos de daños y enfermedades. Las formas más comunes de daño físico son los daños internos por un golpe en la cabeza, un accidente cerebrovascular, o una intoxicación por ingerir diversas sustancias químicas que pueden actuar como neurotoxinas
Aproximadamente, nuestro cerebro concentra 100.000 millones de neuronas y su papel es fundamental para la vida. La importancia de estas células ha motivado infinidad de investigaciones cuyos resultados no solo son sorprendentes, sino que están cambiando muchas creencias que hasta ahora no se discutían. A continuación, seis curiosidades que, seguro, contribuirán a que nos conozcamos mejor.
Aunque duermas, tu cerebro nunca descansa
Investigaciones recientes apuntan a que el cerebro permanece igual de activo durante el sueño que en estado de vigilia. En particular, durante la fase No-REM (sobre la que se pensaba que era la de mayor inactividad) se producen estímulos transitorios, repetitivos y lentos que organizan el funcionamiento de las neuronas. En esta fase, el hipocampo (el área relacionada con la memoria) registra esa actividad, por lo que se piensa que el sueño es fundamental para consolidar nuestros recuerdos.
Mientras, la actividad de otras regiones, como el tronco encefálico, indica que también se desarrollan actividades cruciales, ya que esta región hace de puente entre el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos.
Así, un hecho curioso de esta fase del sueño es que se puede llegar a profundizar tanto en él que a veces el cerebro tiene dificultades para tomar contacto con el cuerpo, por lo que suele mandar impulsos para saber que está ahí y que sigue vivo. Esto produce una reacción rápida, fuerte y violenta, provocando que a veces nos despertemos mientras soñamos con que nos estamos cayendo.
Una cabeza, tres cerebros
En 1990, el neurocientífico Paul MacLean, propuso la teoría de la triple evolución del cerebro humano, hecho aceptado por la comunidad científica. Con ella, se sostiene que dicho órgano consta de tres niveles interconectados que, sin embargo, tienen su propia autonomía. Así, cada uno de éstos cuenta con sus características, inteligencia y subjetividad.
Pueden ser considerados como cerebros y en su funcionamiento en red forman el cerebro humano en sí. Estos tres niveles son: el sistema reptiliano, es el más primitivo y procesa los instintos; el sistema límbico, es el intermedio y es el que gestiona las emociones; y el córtex o la corteza cerebral, que es el más reciente del proceso evolutivo y se sitúa en la parte superior procesando el pensamiento racional. La teoría recibe el nombre de cerebro triuno o triúnico.
¿Cinco sentidos, o sólo uno?
De todos es sabido que el ser humano tiene 5 sentidos: oído, gusto, tacto, olfato y vista. Y que con ellos percibimos la realidad a través de la información que se nos ofrece. Pero lo cierto es que el cerebro funciona en red y elabora una imagen mental, que es resultado de procesos multisensoriales integrales. Los sentidos ofrecen información, pero no de forma autónoma, sino interdependiente. El cerebro la procesa construyendo la imagen que tenemos del mundo.
En un artículo, María Colomé, doctora especializada en otorrinolaringología, habla de su experiencia en una cata de cavas. Quienes participaron en ella hicieron diferentes degustaciones con música de fondo. La melodía cambiaba con cada degustación pero el cava era el mismo y, sin embargo, experimentaron diferentes sabores. Tal y como ella misma sostiene, «todos los sentidos interaccionan entre sí, como si en realidad fueran uno único.»
También hay neuronas fuera del cerebro
Desde que el primer Nobel de Medicina español, Ramón y Cajal, contribuyera a la ciencia con su «doctrina de la neurona», se ha pensado que este tipo de células sólo se albergan en el cerebro. Sin embargo, recientes investigaciones apuntan a otras zonas del cuerpo en las que han sido localizadas. Se encuentran en la médula espinal, algo razonable si se considera que la médula conecta este órgano con todo el cuerpo.
Tal vez sea más llamativo saber que tenemos un cerebro abdominal (como se conoce al sistema nervioso entérico) que regula la función intestinal y, al igual que el cerebro, dispone de neuronas especializadas en diferentes funciones (registrar sensaciones y estímulos, controlar los movimientos de los órganos del sistema digestivo e intercomunicar unas zonas con otras).
Otro órgano que cuenta con estas células es el corazón. Se estima que alberga unas 40 mil neuronas y que posee una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo que forman un sistema nervioso independiente. Por ello, el corazón es el único órgano que envía más información al cerebro de la que recibe. También es capaz de influir en nuestras percepciones y reacciones y de equilibrar nuestro estado emocional.
El ‘neuromito’: sólo utilizamos un 10% del cerebro
En el libro Neuromitos en Educación (2015), Jesús C. Guillén hace un recorrido histórico sobre las publicaciones científicas que han podido originar la creencia que afirma que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Para desmontar este «neuromito», contrasta esta información con la que aportan los nuevos estudios.
Gracias al desarrollo de la tecnología aplicada a la neurociencia, se ha podido analizar en vivo la actividad de las diferentes áreas cerebrales, observándose que en cada acción o pensamiento se produce una compleja red de sinapsis neuronales que activan varias de estas regiones. Además, se sabe que este pequeño órgano, que pesa en torno al 2% del cuerpo humano, consume alrededor del 20% de su energía, lo que indica su potencia y uso integral.
«la neurociencia ha demostrado que utilizamos el 100% de nuestro cerebro, lo que nos queda por delante es aprender con él».
Un cerebro nuevo cada día
En 2014, un equipo de investigadores del Instituto Karolinska (Suecia) analizó las masas de carbono-14 de las células del hipocampo de cerebros de sujetos adultos. Concluyeron que cada día se generan 1.400 neuronas nuevas!!
Esto choca con la creencia general que sostenía que dicho órgano sólo genera neuronas en la etapa infantil. Tal capacidad de regeneración se llama neurogénesis y a medida que se envejece se ralentiza, por lo que la neurogénesis de una persona de 18 años será mayor que la de otra de 67.
Por otra parte, se ha demostrado que nuestra conducta puede cambiar las estructuras neuronales de nuestro cerebro. El psicólogo Donald Hebb explicó el comportamiento por el que se relacionan células de ese órgano, y llegó a la conclusión de que «las neuronas que se disparan juntas permanecen conectadas», lo que quiere decir que con cada acción o pensamiento el cerebro procesa la información a través de cadenas neuronales que, una vez formadas, quedan ahí. Por eso es más fácil reproducir algo que ya está en nuestra cabeza que crearlo de nuevas.
Nuestras acciones generan unas estructuras cerebrales determinadas. Según cómo sea nuestra experiencia potenciaremos un cerebro particular. Por ejemplo, en el año 2000, un grupo de científicos británicos demostró que los taxistas de Londres tienen su hipocampo (área de la memoria) mucho más desarrollado que el resto de las personas. Tiene que superar una durísima prueba para obtener la licencia. Esta prueba se denomina The Knowledge, y consiste en memorizar 25.000 calles y miles de lugares. El aprendizaje medio es de 3 a 4 años y solo la mitad de los aspirantes aprueba. Los resultados mostraron que no había diferencias al principio del aprendizaje pero que tras 4 años, los aspirantes que habían superado la prueba tenían un hipocampo posterior significativamente mayor.
Además, por si esto fuera poco, también se ha demostrado que el acto de pensar provoca cambios fisiológicos en el cerebro. Este fenómeno de comunicación neuronal flexible recibe el nombre de neuroplasticidad, y cada uno de nosotros tiene la capacidad de crear nuevas conexiones neuronales en base al aprendizaje, cambiando de hábitos para buscar nuevas experiencias. En pocas palabras y basándonos en todos estos hallazgos, se puede afirmar que cada día podemos tener un cerebro nuevo.
Fuente:
Moisés Alonso, «Seis curiosidades sobre tu cerebro de las que no tenías ni idea», [24/03/2016], disponible en la web: http://www.elmundo.es/f5/2016/03/24/56e6f3f3268e3e063a8b45df.html
Antonio Orbe, «El cerebro de los taxistas de Londres», [14/01/2012], disponible en la web: http://hipertextual.com/2012/01/el-cerebro-de-los-taxistas-de-londres
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