HISTORIA DE LOS COCHES ELÉCTRICOS. 1880-1920
Los coches eléctricos no son una innovación reciente. Han existido desde que existen los propulsados por motores de combustión interna. Producidos por primera vez en la década de 1880, los coches eléctricos ganaron popularidad en las décadas siguientes por su facilidad de uso, y por ser menos contaminantes y ruidosos que sus homólogos de gasolina.
Las investigaciones sobre electromagnetismo avanzaron con rapidez y una de sus primeras aplicaciones prácticas fue la de motorizar vehículos.
El vapor no conseguía sustituir al coche de caballos, le salió un competidor nuevo. Tras los primeros experimentos de Jedlik (1828, en imagen) y Thomas Davenport (1835), encontramos el primer vehículo eléctrico en 1838, cuando Robert Davidson consiguió mover una locomotora a 6 km/h sin usar carbón ni vapor.
Entre 1832 y 1839 Robert Anderson inventó el primer carruaje de tracción eléctrica, con pila de energía no recargable. Poco después se patentó la línea electrificada, pero eso no valía para coches, solo para trolebuses o trenes. Las primeras baterías recargables aparecieron antes de 1880, ahí comenzaron realmente.
Con una velocidad máxima de sólo 32 km/h y un alcance limitado, fueron utilizados principalmente por los ricos para circular alrededor de las ciudades. Fueron comercializados para las mujeres en particular, como un coche tranquilo, limpio y sin humos. Algunos incluso se fabricaron con radiadores falsos para hacerlos más apetecibles para el mercado masculino.
En los coches la electricidad es la opción. No tienen marchas que chirrían ni confusas palancas, no usan gasolina peligrosa y maloliente y no hay ruidos. Thomas Edison.
Se hicieron con las carreteras en poco tiempo, en 1900 podemos considerar su apogeo, cuando eran los coches que más se vendían, mucho más que los de vapor o gasolina. De hecho, en 1899 un coche eléctrico, “La Jamais Contente”, superó por primera vez los 100 km/h e instauró un récord de velocidad.
El coche eléctrico triunfaba por su simplicidad, fiabilidad, suavidad de marcha, sin cambio de marchas ni manivela, no hacían ruido, eran veloces, la autonomía era razonable y su coste era soportable para la burguesía y las clases altas, los primeros usuarios de automóviles. Superaban por 10 a 1 a los de gasolina.
Las ventas de coches eléctricos alcanzaron su punto máximo a principios de los años 1910 a medida que más y más hogares tenían electricidad. En los Estados Unidos, el 38% de los coches que circulaban eran eléctricos.
Sin embargo el coche de gasolina recibió el motor de arranque (1912), Henry Ford inventó la producción en masa mecanizada, la gasolina alcanzó un precio muy popular, se empezaron a abrir carreteras al tráfico y entonces la autonomía pasó a ser una característica muy valorada, además del precio.
La popularidad de los coches eléctricos fue decayendo con estos desarrollos que hacían que los coches de gasolina fueran una opción más asequible y práctica.
En 1910 The New York Times publicaba:
Ahora es posible tener tu propio vehículo eléctrico instalando una estación de carga en tu propio establo.
A finales de 1930, la industria del automóvil eléctrico desapareció por completo, quedando relegada a algunas aplicaciones industriales muy concretas, como montacargas (introducidos en 1923 por Yale), toros elevadores de batería eléctrica, o más recientemente carros de golf eléctricos, con los primeros modelos de Lektra en 1954.
Fuente:
Mashable, «The first electric cars», disponible en la web.
Motorpasión, «Historia de los coches eléctricos», disponible en la web.
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